Cómo Reconocer los Síntomas

Reconocer los síntomas de los problemas de salud mental es el primer paso hacia el tratamiento y la recuperación.

Hay una serie de signos que podrían aludir a una enfermedad mental, pero es importante señalar que sólo un profesional médico puede proporcionar un diagnóstico concreto. También es esencial entender que la salud mental y la salud física están muy entrelazadas, y que las dos juntas componen nuestro bienestar general. Si usted o alguien que conoce está teniendo uno o más de los síntomas indicados a continuación durante más de dos semanas, considere la posibilidad de conseguir ayuda.

Los síntomas son diferentes para distintos tipos de trastornos mentales y pueden variar para cada persona.  Algunos síntomas generales que pueden indicar una enfermedad mental son:

  • Aislamiento social
  • Pérdida de interés en actividades que normalmente son agradables
  • Fátiga o pérdida de energía, sensación de pereza
  • Cambios notables en el apetito
  • Pérdida de peso o aumento de peso de forma significativo e inexplicable
  • Cambio en los patrones de sueño – dormir demasiado o muy poco
  • Pesadillas repetitivas sobre una experiencia traumática
  • Disminución de la higiene personal
  • Sudoración o bochornos
  • Dolores de cabeza
  • Cambios rápidos o dramáticos del estado de ánimo
  • Depresión o tristeza prolongada o persistente
  • Sentirse desconectado de uno mismo o de sus alrededores
  • Creencias exageradas sobre poderes personales o pensamientos “mágicos”
  • Dificultad inexplicable con la concentración, la memoria, el habla o el pensamiento lógico
  • Confusión mental
  • Ideas delirantes y alucinaciones
  • Exceso de temor, preocupación o ansiedad
  • Sospechar de otras personas
  • Hablar muy rápido o demasiado
  • Mareos o quedarse sin aliento
  • Abuso de sustancias
  • Pensamientos del suicidio

Los síntomas adicionales a buscar en los niños son los siguientes:

  • Cambios en el rendimiento escolar
  • Pérdida de interés en actividades, como dejar de hacer deportes
  • Preocupación excesiva, ansiedad o miedo intenso
  • Pesadillas persistentes
  • Hiperactividad
  • Arrebatos frecuentes de ira
  • Incapacidad para hacer frente a las actividades diarias
  • Desafío a la autoridad, absentismo escolar, robos o vandalismo
  • Miedo intenso de subirse de peso
  • Cambios en los hábitos de comida o sueño
  • Agresividad extrema
  • Intimidación o acoso